Cuando ya me había convencido de que en Badajoz no había otoño, sino una segunda primavera, el otoño llega en forma de tarde de lluvia, noche fría y molestia en la garganta casi como una tromba de agua, un manguerazo sin previo aviso.
Y es estupendo poder ponerse dos mangas, buscar sitios cerrados en la calle, y envolverme en una manta para tomar el té un día de lluvia. Echaba de menos estas tardes tan propicias para leer a Cortázar.
Aunque aún echo de menos ser el Viento de Otoño.
No se puede tener todo.
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Me gustan tus letras, tus andares, tu otoño cafeinado y tus cafés.
ResponderEliminarMe gustaría seguirte, pero no tienes habilitada esa función...
Dejaré granos de café por el camino para encontrar la manera de regresar.